¡Viva la República!

¡Viva la República!

lunes, 30 de abril de 2012

ENTREVISTA CON SÁNCHEZ ALBORNOZ


Escrito por Juan Cruz   
Lunes, 30 de Abril de 2012 00:00
Nicolás Sánchez-AlbornozHay mucho de cabreo en el libro que ha escrito este caballero español de Madrid, preso por Franco en el Valle de los Caídos (que él llama siempre Cuelgamuros, viene de Cuelga Moros, ahí es nada) y fugado de la prisión más simbólica de la dictadura.
El caballero, pues parece un gentleman de 84 años, es Nicolás Sánchez-Albornoz, hijo de don Claudio, el célebre historiador y presidente de la República en el exilio. Nicolás fue profesor en varias universidades del mundo, es emérito de la de Nueva York, fue el primer director del Instituto Cervantes y es habitante ahora de una casa que mira a la ciudad que conoció sus correrías universitarias como miembro de la FUE, que federaba a los estudiantes descontentos de la inmediata posguerra.


Hasta que la policía los alcanzó a él y a sus compañeros de lucha antifranquista; el apresamiento dio lugar a unas condenas duplicadas por la saña de entonces. La fuga de Sánchez-Albornoz, con su compañero Manuel Lamana, de la cárcel en que se convirtió el salvaje esclavismo practicado en Cuelgamuros fue una de las leyendas que más hirió a Franco; ya en democracia, la leyenda se convirtió en una película de Fernando Colomo y en un libro de Barbara Probst Solomon, entre otros documentos.
En el libro (Cárceles y exilios, Anagrama), Sánchez-Albornoz no ha querido hacer de ese episodio el eje de su narración. Pero ahí está. La obra es, sobre todo, la expresión de un cabreo: Cuelgamuros, el Valle de los Caídos, fue un símbolo mayor del deseo de venganza de Franco, que quiso humillar a sus adversarios. Por ahí empezamos a hablar.
Usted dice: “El franquismo nunca concibió una convivencia fraterna entre españoles sin proscripciones políticas”. Está claro. Hubo una guerra y los vencedores tenían que liquidarla. Puede ocurrir que para ello haya barbaridades y persecuciones porque el vencedor siempre abusa. Lo que pasa es que en el franquismo eso fue sistemático hasta 40 años después. En la II Guerra Mundial también hubo vencedores y vencidos, pero a los dos años ya estaba todo liquidado. ¿Por qué Franco no lo liquidó en dos años?
¿Por qué? Porque era un individuo resentido que no pensaba en la convivencia de los españoles, sino en mantenerse en el poder.

La autoridad de Franco se basa en la muerte, el castigo y la corrupción
Y fusiló hasta el final. Ahí señalo etapas: la de los años 1939, 1940, 1941 y 1942, en la que, según las informaciones históricas del momento, fusilaron a más de 100.000 individuos. Pero mi testimonio no es de esa época, no la viví. Arranco en 1947, y me consta porque lo viví que se seguía fusilando. Los fusilamientos llegan hasta Julián Grimau, en 1962. Aun suponiendo que tuvieran razones para matar a algunos, los aliados lo resolvieron rápidamente. Aquí no sucedió eso, en España Franco siguió matando después de la guerra. A Grimau lo mandó fusilar alegando hechos de la guerra.
Uno se va de su libro como si viviéramos una historia fatal. ¿Con qué sensación se quedó usted al escribirlo? Quedé tranquilo. En cuanto a la fatalidad… No, no es fatalidad. La historia de España hubiera sido muy distinta si no se hubiera producido esa interferencia. En la historia económica está claro que España iba mejorando a mayores o menores velocidades. Y viene la guerra. Y la vida económica española declina rápidamente y solo regresa a los niveles de 1927-1928 en el año 1956. Y este mismo deterioro se puede aplicar al de las relaciones sociales y de la vida cultural. Sin la guerra, España habría estado los 40 años que duró el franquismo a una altura muy superior a la que se encontró en 1976.
Sorprende la ambición vengativa del franquismo: honra a los suyos, persigue a los adversarios e incluso desposee a republicanos de su nacionalidad… Y a los demás no nos privó de la nacionalidad, pero nos privó de todas las ventajas que puede tener una nacionalidad. A mí se me negaron los pasaportes durante años, no solo después de la fuga, en 1948, sino incluso en los años sesenta. Y ahí se produce una ironía: tuve que viajar con un pasaporte argentino hecho expresamente para un no argentino.
Ese régimen acaba. Pero cuando su padre viene del exilio, en 1976, el ministro de la Gobernación, Fraga Iribarne, prohíbe una cena en su honor. O sea, que el régimen seguía ahí. Y sigue hasta ahora. Hay una sociedad de facto, representante de la que ha alentado esa cara fea de un sector de la sociedad española. Pero no es España, España es otra cosa. Al final creo que queda demostrado que a los españoles les dejas manifestarse tal como son y la situación actual de España no será lo más brillante, pero esa historia no es el franquismo.
¿Qué sintieron ustedes cuando Fraga prohibió ese homenaje? El sentimiento en ese momento es de desagrado, pero no de sorpresa. Fraga era un personaje muy del régimen de Franco, un acomodaticio. En el libro insisto varias veces en que al franquismo lo que le permitió subsistir fue la acomodación. El franquismo establece ciertas reglas, en un primer momento muy crueles, y después tiene que sobrevivir en un mundo que le da la espalda porque Alemania ha perdido la guerra; trata de acomodarse y de mantener lo más que puede las ideas originales. Y no todo lo puede mantener.

La memoria es necesaria en su integridad para restablecer la convivencia
A la luz de lo que usted dice, y ante la polémica generada en torno a la sentencia contra el juez Garzón, ¿qué piensa usted que debe hacerse con la Memoria Histórica? Primero, poner las cartas sobre la mesa; hace falta saberlo todo, y además los historiadores están para eso. El Estado posfranquista se ha cuidado muy mucho de facilitar el acceso a las fuentes de la Administración, y las militares han estado cerradas. Los historiadores han hecho muchos esfuerzos, pero hasta ahora no han podido terminar de aclarar las cosas. Primero hay que saber la verdad y después hay que decir qué ha pasado y, finalmente, dar satisfacción a los herederos de las víctimas.
¿Cómo se ha de hacer esto último? Se debe dar a los herederos satisfacción por lo menos en las cosas más elementales de humanidad. Que se sepa dónde están todos sus parientes, y a ser posible entregarles sus restos para que reposen en los panteones de sus familias y no en las cunetas como si fueran animales, que era parte de la deshumanización del adversario que el franquismo elaboró cuidadosamente. Para Franco, el adversario no era un ser humano, estaba deshumanizado. Esa fue una adaptación de la ideología nazi… El franquismo como concepto no tuvo la menor sensibilidad para tratar con humanidad a la gente. El hecho es que ahora está apareciendo públicamente la disposición que se hacía de los hijos robados… Es que el franquismo no consideraba humanas a las mujeres y estableció que podía disponer de sus criaturas.
Lo cierto es que lo que se dijo de la Memoria Histórica, y no solo de Garzón, muestra que el franquismo no ha muerto, y que en ese sentido el juez es una nueva víctima. Por supuesto. Aunque yo matizaría la afirmación. Es cierto que no ha periclitado el franquismo, pero hay que añadir que el que pervive es un sector de la sociedad española, porque otro sector no lo admite. Por desgracia es un sector numeroso y que está todavía muy ensillado dentro del aparato social y político del país. Pero hay que reconocer que a la mayoría de los españoles estas cosas les disgustan y que los españoles son mucho mejores que las monjas que roban niños…
Usted llama a Franco “el Karadzic español”, y lo define como “dictador megalómano”. Se me pasó por la cabeza esta definición, el Karadzic español, para relacionarlo con acontecimientos contemporáneos que los jóvenes pudieran reconocer.
Desmonta usted la impresión que pudiera tenerse de Franco como un tipo austero. Todo el sistema era así, corrupto. La autoridad de Franco se basa en dos puentes: la muerte y el castigo, y la corrupción. Para mí eso es muy evidente y me gustaría que la gente que no lo ha vivido lo entendiera. Todo estaba basado en la corrupción.
Decía que la sociedad española es mejor que la franquista. Pero ¿quedan residuos importantes del franquismo en nuestra sociedad? Sí, claro, empezando por la justicia. Y por la Iglesia. No tengo demasiadas evidencias, pero tengo una que sí cito: cuando el jefe del destacamento de la cárcel de Porlier comenta que le toca leer la lista de los que van a ser fusilados al día siguiente y el cura, al acabar la lectura, dice: “¿Y no hay más?”. Lo contó el funcionario; estaba dolido con la deshumanización del cura el mismo funcionario corrupto que hacía estraperlo… En la Iglesia hay testigos de la connivencia de la jerarquía con el franquismo. Era monstruoso el apremio de la Iglesia sobre la vida social. Es lo que echa ahora de menos Rouco, porque Rouco puede decir misa, pero la gente no le hace ni caso.
De todos modos, mire lo que dice el obispo de Alcalá de Henares sobre los homosexuales… Qué es lo que el obispo hubiera pensado y dicho si alguien en TVE le hubiera recordado a los curas que se dedican a la pederastia…
Dice usted: “La memoria no se circunscribe al pasado, sino que es garante del futuro”. Es la raíz de su libro. Lo extraje de lo que dice una judía polaca que emigró a Canadá y que hablaba de la situación de Polonia en la actualidad. Encontraba cosas que, por no haber hablado de ellas, la integración nacional y en parte la integración de los judíos dentro de la sociedad polaca presentaban fallas. La memoria no es simplemente un acto de recordación, sino que es necesaria en toda su integridad para restablecer la convivencia entre los ciudadanos. Y es el futuro el que importa, no solo el hecho de conocer la verdad, sino algo necesario para la construcción de una convivencia nacional. Esto viene en contraste con lo que decíamos antes de que Franco no quiso una convivencia, porque para convivir hay que conocer el pasado. A Franco no le interesaba que se conociera y se encargó a fondo de deformar la imagen del pasado. Lo que hay que plantearse es si nos interesa que en España haya una convivencia entre sus partes, de índole tan diversa, o no.
Usted era hijo de republicano, y por tanto rojo. Cuando la policía lo apresa y lo juzgan, al escuchar la sentencia que lo llevaría a la cárcel por ocho años, usted se dice a sí mismo: “No quiero pasarme ese tiempo en prisión”. ¿Qué pasó por su cabeza? Lo he podido reconstruir con detalle. Hay una primera solicitud al fiscal; luego viene una solicitud de rebaja de la pena, que el fiscal rebaja más incluso cuando se celebra el Consejo de Guerra. No nos dieron el veredicto en el acto, quizá por la presión de la prensa internacional que estaba allí, y era 1948. Y a las ocho de la noche viene la ducha escocesa: la condena era brutal, mayor que la solicitada. Cogí un enorme cabreo y decidí que eso no lo aguantaba.
Y empieza a fraguar su idea de la fuga. Un amigo, Luis Rubio, se lo comentó a la CNT, que empezaba a preparar fugas. La verdad es que la CNT se portó muy bien, me aceptó en el plan que tenía trazado.
Tenía que haber mucha sangre fría para escaparse de Cuelgamuros…Sí, o mucha juventud, o muchas ganas de vivir… Fernando Olmeda dice en su libro que hubo, con la nuestra, 44 fugas, pero solo funcionó la nuestra. Los demás terminaron yéndose al pueblo, y allí los agarraron. Nosotros nos fuimos al extranjero, teníamos ese horizonte. Fuimos muy discretos, lo sabían muy pocos. Esperamos en la puerta; íbamos dos chicos jóvenes, Lamana y yo, con dos extranjeras con un coche del que sobresalía la bandera norteamericana, Barbara Probst y otra Barbara, la hermana de Norman Mailer. No era un grupo sospechoso para la Guardia Civil.
Hay un episodio de su vida, cuando funda con José Martínez y otros la editorial Ruedo Ibérico, que tiene ahora resonancias históricas de la reconstrucción de una manera de contar España… Lo he puesto por dos razones. El diagnóstico al que llegamos fue que el régimen para esa época había construido toda una ideología que había conseguido calar bastante. La gente podía estar disconforme con el franquismo, pero incluso comulgaba con su vocabulario. Hablaban del glorioso alzamiento y se quedaban tan tranquilos, y se referían a los rojos… Podían insultar a Franco, pero se habían metido en la cabeza toda la propaganda del franquismo. Ahí había un campo con el cual se podía trabajar publicando historias que pudieran abrir los ojos. Creo que con Ruedo Ibérico lo conseguimos. Fue un acierto porque esos libros tuvieron inmediatamente una gran acogida y una repercusión en España.
El exilio le permite ver a esa España peregrina en la que su padre ya estaba instalado. Francia, Argentina, América… ¿Cómo encontró ese mundo, cómo estaba su padre? En Buenos Aires me encontré con mucha gente de la que había oído o leído mucho. Rafael Alberti, por ejemplo, en la casa de Cuatrecasas… Los republicanos de Buenos Aires eran miles, tenían sus tertulias, rememoran y discuten sobre sus propias experiencias, y eso mantiene allí muy vivo lo que fueron la República y la Guerra Civil. Servía para conocer lo que en España no se decía. Pero la España del momento no está demasiado presente. Habían creado su mundo, pero no conocen aquello que yo había dejado atrás. Así que pronto me acerqué a los estudiantes argentinos, que habían tenido experiencias más comunes con las nuestras.
¿Y cómo fue evolucionando la relación de su padre con este país?España siguió siendo su punto de añoranza hasta el final. Incluso la hora la tenía muy presente: en un bolsillo la hora argentina, en otro la hora de Madrid. Y los alumnos y colegas le mantienen informado, no tanto políticamente, sino culturalmente. También supo qué pasaba por referencias de los demás republicanos que se encontraban en México o en Francia y le escribían o le pedían opinión.
¿Y el regreso, en 1976? Volvieron juntos. Fue un momento muy emocionante porque de repente toda aquella añoranza se puede resolver. Un poco en broma decía que había corrido una carrera con Franco y que él se la había ganado. El regreso se produce a una edad muy avanzada, y a esa edad es muy difícil renunciar a la vida que has creado; además, él tenía sus alumnos, su revista, le resultaba muy difícil renunciar a eso, y por eso vuelve a Argentina.
¿Y cómo se siente en este país? Si miras hacia atrás, y eso creo que es el libro, me siento bien. No es como yo lo había conocido, aunque naturalmente ahora padecemos una racha que no es para agrandar la historia, pero aun así…
¿Cómo ve este momento que no es para agrandar la historia, como dice usted? Hay una crisis económica mundial guiada por el sistema financiero y sus abusos, agravada en el caso de España por una pésima política económica creada por el PP en su último Gobierno al darle rienda suelta al ladrillo, lo que creó una cierta euforia en aquel momento. Y Zapatero no puso coto a ese asunto, no supo pinchar la burbuja. Lo que es alarmante en la situación actual es la improvisación. El Gobierno no sabe qué hacer y entonces improvisa. Improvisaciones y deshumanización… Hay en la sociedad una vuelta a ciertas raíces franquistas, y eso es alarmante. De ahí que el obispo de Alcalá de Henares pierda la inhibición que debería tener y dice todas esas cosas. Está aflorando una España muy desagradable. La gran diferencia con respecto al franquismo es que ahí habían montado un régimen autoritario que diseñó un partido y hasta ahora en España se conserva el principio de que hay elecciones con resultados distintos. Por lo menos hay una luz.
A usted como ciudadano e historiador le llamará la atención el descrédito de las instituciones, incluida la Monarquía. ¿Cree que ese deterioro debe preocupar a la Monarquía o la encuentra sólida? No, no, la Monarquía no está nada sólida. Lo que vino después de la Transición fue un consenso; es decir, tú te portas bien y ahí te dejamos; por tanto, la Monarquía no tenía ninguna función, no hay una adhesión popular a la Monarquía, se acepta como se acepta a cualquier magistrado mientras se porte bien, pero el principio monárquico no está enraizado. De manera que en el momento en que se pongan mal las cosas a la Monarquía, la Monarquía desaparece.
¿Cree que persiste el espíritu republicano? Hay dos espíritus republicanos. Uno es el espíritu evocativo de la República y otro un espíritu republicano de nuevo cuño, de gente que no se declara republicana de 1931 y que quizá ignora aquel periodo de 1931 a 1936, pero que sin embargo se cuestiona por qué esta persona tiene que ser rey. Es un republicanismo redescubierto.
Una vida muy larga la suya. ¿El momento más pleno? Muchos. Mi vuelta a España fue muy emocionante, claro.
---------------------
Fuente: El País

martes, 24 de abril de 2012

NOS ENGAÑARON


Nos mintieron, dijeron que bajaría el paro y nada de nada. Sí te he visto no me acuerdo. Dijeron que no subirían los impuestos y toma ya subida al canto. Dijeron que no recortarían en sanidad y venga, zarpazo a lo más débiles. ¿Qué es lo próximo?



Las víctimas de los crímenes franquistas cierran filas contra la impunidad



“Los jueces nos están archivando las denuncias porque dicen que los hechos han prescrito, ¿adonde vamos?” Fue la última pregunta, de una mujer de Ávila, a la mesa del I Congreso de Víctimas del franquismo, celebrado durante el fin de semana en Rivas Vaciamadrid. La jurisdicción ordinaria ha rechazado por dos veces la apertura de una fosa donde esta mujer supone que arrojaron a su abuelo y a otros compañeros fusilados por el delito de ser demócratas. El director en España de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán, ha intuido la pregunta y anticipado la respuesta: “El derecho internacional ampara a las víctimas de los crímenes contra la humanidad, que no prescriben, pero aquí no se ve apoyado por los jueces”.

Después de desgranar una retahíla de contradicciones de jueces y políticos que han convertido a España en el país de la impunidad de los crímenes de la dictadura franquista, Beltrán anuncia que “Amnistía Internacional presentará pronto un informe sobre el comportamiento de los tribunales españoles”. En su opinión, la sentencia del Tribunal Supremo del 28 de marzo pasado deja en la “absoluta impunidad” todas las causas denunciadas ante el juez Baltasar Garzón –juzgado por presunta prevaricación al admitir las denuncias y absuelto– y “es un artificio jurídico completamente alejado del derecho internacional”.

¿Por qué? “La sentencia dice que no hubo crímenes contra la humanidad porque no existía derecho, y eso es falso; cualquier jurista sabe que no hay límite temporal para esos delitos; hemos estado en veinte países, y desde los crímenes de 1914 en Australia contra la minoría aborigen, hasta los perpetrados por los nazis, pasando por los de Sierra Leona, todos han sido juzgados; a la luz del derecho internacional, la ley de amnistía no impide el acceso a la Justicia”, explica Beltran.

Unos minutos antes, la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, ha cosechado fuertes y prolongados aplausos sobre el relato de su lucha para buscar a los desaparecidos y a los hijos que les robaron. Su hija Laura, universitaria de 20 años, fue secuestrada por los sicarios del golpista Videla, que hicieron desaparecer a unos 30.000 jóvenes en todo el país. Laura estaba embarazada y la retuvieron hasta que dio a luz. Después la mataron. “Tras muchas gestiones, por mediación de un gerifalte, me dieron su cuerpo”, dice esta mujer de 82 años, que sigue buscando a su nieto. “No hay datos, no hay nada, pero hemos encontrado a 105 de unos 500, y es un gran triunfo”.

Ahora, ante la pregunta de la mujer española sobre el desprecio judicial, informa al auditorio: “Hoy damos la bienvenida en Argentina a unas víctimas españolas –se refiere a un grupo que viajó el sábado a Buenos Aires para denunciar los asesinatos y desapariciones– y dentro de poco recibiremos en España a una juez que recaba los testimonios para ver qué pasó”. Se refiere a la magistrada Servini, que ha recibido la denuncia contra el franquismo. “Es un signo de amistad y reciprocidad con el pueblo español, además es una muy buena juez y sé que está recabando toda la información posible para hacer un buen trabajo”.

Quiere decirse que la vía judicial que el Supremo ha querido bloquear, sigue su curso allende el Atlántico para las víctimas del franquismo. Tras unos segundos, interviene el diputado de ERC Joan Tardá: “No queremos que los crímenes se reduzcan a un debate académico como el de la toma de Tetuán, porque la justicia tiene mucho que ver con un futuro mejor”. Y se compromete a mantener viva la memoria de las víctimas en el Parlamento.


Tardà advierte: “Empezamos a estar en un escenario sin salida desde el punto de vista parlamentario”, pero relata una anécdota esperanzadora sobre la posición cambiante del PSOE: “Hace cinco semanas votaron con el PP para dejar a la Casa Real al margen de la famosa ley de transparencia; después de lo ocurrido en los últimos quince días, se han quedado mudos”. Ninguna batalla está perdida. Entre los asistentes está la exdiputada socialista y dirigente de la Asociación de Desaparecidos Españoles, Ludivina García Arias, que el 12 de mayo celebrará el tradicional homenaje a los que lucharon por la libertad, coincidiendo con el 67º aniversario de la liberación de Europa.

El magistrado Ramón Sáez Valcárcel, que apoyó las investigaciones de Garzón sobre los crímenes franquistas, denuncia que la “impunidad absoluta” deviene de la lógica de la Transición: “De la ley a la ley, pasando por la ley”, algo que para el exmagistrado del Supremo José Antonio Martín Pallín constituye una “conexión diabólica”, inconcebible en cualquier democracia. “Las leyes del nazismo y el fascismo cayeron por su propio peso en Alemania e Italia”, recuerda Martín Pallín antes de abogar por la ruptura de esa conexión que ha permitido a jueces y magistrados que juraron las leyes franquistas seguir impartiendo justicia y convalidar implícitamente –como ha hecho la Sala V del Supremo– consejos de guerra y condenas sin garantías para los acusados.

Si Martín Pallín denuncia sin ambages: “Los jueces de este país desempeñan un papel antidemocrático, se burlan de la ley y las víctimas” y, en su opinión, “lo hacen por miedo” tras el proceso a Garzón, las palabras de Carlota Leret resultan esclarecedoras. La hija del capitán Leret, jefe del destacamento aéreo de Melilla, fusilado junto a dos compañeros el 17 de julio de 1936, al mismo tiempo que Franco era trasladado a esa plaza para promover la sublevación, cuenta la experiencia de terror e incertidumbre que sufrió de niña –ella y su hermana fueron recluidas nueve años en un orfanato– y antes de terminar su relato con un “¡Viva la República!” recuerda cómo el jefe falangista más “terrible” en Melilla, Manuel Requena, fue condecorado en 1985 por el ministro de Justicia del primer Gobierno de Felipe González, Fernando Ledesma, con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort. Con esta distinción se premia el mérito a la Justicia y se recompensan hechos distinguidos o servicios relevantes. Ledesma es magistrado del Supremo y la hija de Leret sigue residiendo en Venezuela.

En el congreso participan más de trescientas personas en representación de sesenta asociaciones de víctimas. Los recuerdos amargos, el silencio y el miedo bajo el terror franquista, las experiencias sobre la búsqueda de los restos de las víctimas, la incomprensión, el desaliento, la invisibilidad, los años de cárcel –entre el público está el histórico comunista Víctor Díaz Cardiel– y el desamparo jurídico y político, acentuado ahora por el Gobierno del PP –ha reducido de 5 a 2 millones de euros el Presupuesto para documentar la memoria, aunque ha dejado dinero para que los familiares sigan exhumando fosas–, constituyen un documento inabarcable.

El congreso ha sido organizado desde la Cátedra de la Memoria Histórica del siglo XX de la Universidad Complutense, de la que es titular el profesor Julio Aróstegui y por la Federación Estatal de Foros por la Memoria. Los historiadores Nicolás Sánchez-AlbornozÁngel Viñas, el alemán Walter BerneckerMírta Núñez Díaz-BalartRubén PallolJorge MarcoFernando Hernández HolgadoAlicia Alted…, han aportado el resultado de sus estudios e investigaciones, junto con el educador de adultos en las prisiones franquistas Santiago Vega Sombría, el antropólogo Francisco Ferrándiz, la periodista Montse Armengou y los juristas mencionados.

El presidente de la Federación de Foros por la Memoria, José María Pedreño, resume la principal resolución: fortalecer la unidad de las asociaciones para exigir la aplicación del derecho penal internacional y garantizar “Verdad, Justicia y Reparación” a las víctimas del franquismo. Los colores de la bandera republicana están presentes en el trébol de los Foros de la Memoria y al hilo del relato sobre la designación por el dictador de Juan Carlos de Borbón como sucesor en la jefatura del Estado a título de rey, se alzan voces reclamando al monarca que “pida disculpas a las víctimas”.

Fuente: www.cuartopoder.es

lunes, 23 de abril de 2012

EL FASCISMO PARÓ EL JUICIO AL FRANQUISMO



El fascismo ha parado la investigación contra el franquismo. Se las han apañado para echar a Garzón. El vídeo es del año 2008, cuando había esperanzas de que se podría llevar a juicio al genocidio fascista.


STOP AL FRANQUISMO/FASCISMO

sábado, 21 de abril de 2012

LA SEGUNDA REPÚBLICA COMO VANGUARDIA

La Segunda República como vanguardiaPDFImprimirE-mail
Escrito por José Antonio Martín Pallín   
Sábado, 21 de Abril de 2012 03:15
Alegoría de la Segunda RepúblicaDurante 40 años los vencedores tuvieron tiempo de falsear la realidad adaptándola a su propaganda. Sostuvieron, hasta la náusea, que la República fue un periodo oscuro y nefasto de la historia española que trató de inocular a los buenos ciudadanos las ideas libertarias y ateas con el único propósito de aniquilar la esencia de la nación española, versión tridentina. La España que alumbró la II República no era un exótico y aislado producto generado por nuestro pasado histórico, estaba inmersa en un contexto internacional que no puede ser ignorado. 

En Francia gobernaba un Frente Popular claramente inclinado hacia la izquierda. En Alemania, la República de Weimar se desmantelaba ética y políticamente abriendo paso al nazismo. El Reino Unido, todavía potencia colonial, se había entregado en manos de los conservadores temerosos de la pujanza de la Revolución Bolchevique.
En este mosaico, los políticos republicanos españoles tenían que desarrollar su estrategia. Las tensiones y la violencia no eran distintas de las que se vivían en Europa. Trataron de recuperar el tiempo perdido y dotarse de un texto constitucional al que nadie puede negar su profundo contenido democrático.
Para evitar juicios de valor precipitados, conviene detenernos en abril de 1931 y, a partir de este momento, analizar la realidad política que reflejaba la configuración de la sociedad española en estos momentos. Las fuerzas políticas que salieron de la voluntad popular reflejaban un mayoritario sentimiento republicano como única vía para sentar las bases de una democracia avanzada.
El texto constitucional de 9 de diciembre de 1931 nos situó en la vanguardia de los países de tradicional cultura democrática. Por primera vez en nuestra historia, se proclama que la soberanía reside en el pueblo del que emanan todos los poderes de los órganos de la República. Se incorporan a nuestro ordenamiento jurídico las normas internacionales que tenían su origen en el Convenio de La Haya sobre las leyes y costumbres de la guerra. Por obra y gracia de unos legisladores avanzados y profundamente implicados con los valores universales de la democracia.
Anticiparse en más de 15 años a las modernas corrientes del Derecho Internacional consuetudinario, nacido en Nuremberg, creo que debe ser anotado en el haber de los constituyentes republicanos.
Pero no se agotan en este punto los avances pioneros del texto constitucional. Se reforzaba la unidad del Estado de forma semejante a nuestra actual Constitución. Se deslindaban las competencias entre el Estado y las regiones marcando sus límites de forma tajante: “En ningún caso se admite la Federación de Regiones Autónomas”. Compárese con el actual articulo 145 “En ningún caso se admitirá la Federación de Comunidades Autónomas”.
Las tesis dictatoriales, asumidas por sedicentes demócratas, sostienen que la Constitución republicana pretendía disolver la familia tradicional. Pueden repasar su texto y comprobar que la familia estaba bajo la salvaguardia especial del Estado, admite el divorcio pero es inflexible con la obligación de alimentar, asistir y educar a los hijos. El Estado se comprometía a prestar asistencia a los enfermos y ancianos y protección a la maternidad y la infancia, haciendo suya la “Declaración de Ginebra” que contiene la tabla de los derechos del niño. Como puede verse, todo un proyecto disolvente y destructivo de la dignidad de España.
Regula la expropiación forzosa con criterios semejantes a los de la actual Constitución y añade que, en ningún caso, se impondrá la pena de confiscación de bienes. La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria y se establece una especial protección para los campesinos y los pescadores.
La revolución cultural pendiente se pone en marcha. La alfabetización es una prioridad y la difusión de la cultura a todos los estratos sociales un objetivo en el que se compromete la intelectualidad española. La enseñanza pública alcanza a todos los niveles. La poesía vive un segundo siglo de oro. No hubo tiempo para conseguir los objetivos. Los intelectuales comprometidos vivieron la cárcel y el exilio, si habían conseguido salvar su vida.
Las posiciones equidistantes entre la República y la Dictadura degradan el debate político limitándolo a un insoportable conflicto entre vencedores y vencidos en una guerra civil desatada por los golpistas militares. El aparato político-legislativo de la Dictadura se derogó expresamente por la actual Constitución. Ninguno de sus materiales podía ser aprovechado por resultar absolutamente incompatibles con los principios democráticos. La democracia española no surge de la nada, es el producto de la lucha de los partidos políticos y sindicatos que construyeron la II República junto con nuevas generaciones que ansiaban las libertades que disfrutaban sus conciudadanos europeos. Fueron arrebatadas por la fuerza de las armas y secuestradas durante 40 años por un régimen cruel hasta el final de sus días.
Sin pasado no hay mañana. Los poderes políticos, comenzando por el jefe del Estado, deben tributo y reconocimiento a nuestro más inmediato eslabón democrático. Sepultar, con todos los honores, los restos del presidente Manuel Azaña “en esta tierra que nos ha de cubrir a todos sería un buen paso hacia la dignidad democrática y el mejor homenaje a nuestros republicanos.

José Antonio Martín Pallín es magistrado del Tribunal Supremo. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas.
--------
Fuente: El País